En este tiempo sinodal, en el que la Iglesia no se casa de recordar la importancia de caminar juntos, es más necesario que nunca aminorar el paso para que nadie se quede atrás, tendiendo la mano a quien le cuesta caminar o a quien da sus primeros pasos. En ese acompasar la marcha ha estado siempre la Pastoral Penitenciaria, hombres y mujeres que dedican su tiempo, como capellanes o voluntarios, a acompañar espiritualmente a quienes están privados de libertad. Y cuando uno aminora el paso para caminar con otro se puede establecer un diálogo abierto y sincero en el que también se habla de Dios, de quien tiene la llave del perdón y de la absoluta libertad.
La misericordia se hace patente cuando, cumpliendo condena, el preso puede sentirse perdonado, puede sentirse en paz y albergar esperanza. Y ahí es donde surge el compromiso, el querer devolver parte de ese amor recibido. Un proceso de conversión que se materializa en la recepción de los sacramentos. Un compromiso que se hace público en la Confirmación.
Cualquier comunidad celebra con alegría la recepción de los sacramentos por parte de sus miembros, una dicha que se festeja también por todo lo alto cuando se produce en la cárcel. Por eso, el pasado sábado fue un día grande en el Centro Penitenciario Murcia II de Campos del Río, 44 reclusos recibieron el sacramento de la Confirmación, en la celebración presidida por el obispo de Cartagena.
Estos últimos años, las restricciones por Covid han dificultado el trabajo de los capellanes y los voluntarios, pero, a pesar de todo, «ha dado sus frutos». Así lo manifiesta el delegado de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Cartagena y capellán en Campos del Río, Antonio Sánchez.
«Fue una Eucaristía entrañable y alegre, amenizada por el propio coro de la prisión, en la que los confirmandos hicieron real su deseo de seguir a Cristo, reafirmando su fe y su pertenencia a la Iglesia», destaca el capellán. El obispo remarcó en su homilía que la Iglesia «trae y hace presente en cada uno a Jesús; un Jesús que es real hoy». Mons. Lorca Planes recordó a los reclusos que, incluso en las circunstancias más adversas, también en la cárcel, «Dios está siempre con nosotros, está presente en nuestro corazón, en cualquier lugar en el que nos encontremos, incluso dentro de los muros de la prisión, pues para Dios no existen las distancias, ni las diferencias, ni los muros». También les exhortó a buscar insistentemente a Cristo, «que siempre nos espera y desea nuestra felicidad».
Una celebración muy emotiva
Antonio Sánchez recuerda la mañana del sábado con emoción, porque así fue como la vivieron quienes participaron en la celebración. «Comparto con vosotros mi agradecimiento a Dios por las gracias que ha depositado en nosotros. Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres. El camino continúa. Contentos por los pasos dados, sigamos mirando al futuro con fe y esperanza en el poder del amor de Dios hasta en los corazones más oscuros», manifestaba otro de los capellanes al finalizar la celebración.
Quienes durante meses se han encargado de formar a los reclusos para recibir el sacramento de la Confirmación se convierten en ese día en sus padrinos, conscientes de que la labor que realizan «es obra de Dios» y de que «el Espíritu Santo les ayudará a ser instrumentos de paz, esperanza y salud para muchas cadenas que hay que liberar».
Un trabajo, el que realiza la Pastoral Penitenciaria, que no podría llevarse a cabo sin la colaboración del equipo directivo y los funcionarios del centro.
Y una vez finalizado el proceso de la iniciación cristiana, el camino no se acaba aquí, continúa: «Nos sentimos contentos por este paso y sobre todo por el apoyo de nuestro obispo que nos anima a estar y evangelizar en esta periferia de nuestra Diócesis de Cartagena, marcados por el Espíritu y la esperanza».